Y si necesitas utilizar los dos scripts, este es el codigo entero: Yo, tóxica.: De relatar con la obra para construir la identidad y viceversa.

jueves, 6 de febrero de 2014

De relatar con la obra para construir la identidad y viceversa.



 
1.      Primero lo primero.

El problema de la identidad del “yo”, que para Descartes fue resuelto con su máxima cogito ergo sum, corresponde para Paul Ricoeur, a lo que él denomina la Teoría Narrativa de la Identidad, bisagra entre la descripción de las acciones y la ética. Así, la identidad es un juego dialéctico entre la mismidad (idem) y la alteridad (ipse): el devenir entre lo mismo y lo otro. Para intentar comprender nuestro accionar, Ricoeur propone la narración de la propia vida, que supone la construcción de la propia identidad como un relato de los acontecimientos vividos, que en definitiva se convertirán en experiencias. Y es en el proceso de relatar, cuando nuestro “yo” constituye un ipse: nos vemos a nosotros mismos en forma de reflexión.

La teoría de la narración sirve entonces como síntesis entre la teoría de la acción y la ética: es en las experiencias, en las que encontramos  la posibilidad de dar una valoración ética a la propia vida. En la medida en que puedo narrar(me), puedo atribuir(me) culpas o absolver(me) de alguna situación. En este punto entra un elemento importante dentro de la teoría ricoeuriana, y es el uso de elementos ficcionales para hilar un relato. La ficción estaría  permitiendo al hombre una especie de desdoblamiento para poder valorarse según los parámetros éticos bajo los cuales vive, de forma tal de reflexionar sobre nosotros mismos desde la alteridad (otredad, ipse), ordenando las experiencias a través de la imaginación. Y con claves como relato, imaginación, alteridad, desdoblamiento, podemos introducir fotografía, retrato, autorretrato.

Sin embargo, es necesario preguntarse si el relato es separable de la vida que lo creó, como preguntarse si la obra, la pintura, la fotografía, son separables del artista de donde surgieron. Cabe decir, que para Ricoeur, la persona es su historia, y en definitiva es el protagonista, autor (guionista) y narrador de su vida. De allí que “El relato construye la identidad del personaje (…) al construir la de la historia narrada”[i] y en fin que la identidad de la historia haga la del personaje en un ciclo sin fin. Sin fin, sinfín.


2.      Si un árbol se cae en un bosque y nadie lo escucha…

Siguiendo a Juan Pablo Castel y a Sábato (en otro contexto obviamente, lo que interesa es la forma) introducimos la segunda parte con este pequeño ejercicio.

La "otredad" es todo aquello que no es "yo"
La soledad coexiste con la otredad
La soledad misma no es posible sin el otro, sin la ausencia del otro
Y el instante de la soledad debe ser legitimado por el otro

Existen algunos agentes que debemos tomar en cuenta en la creación del relato: el otro, las circunstancias en las cuales la obra surge (que podríamos definir tal vez como las experiencias o la historicidad del artista) y por último, la posibilidad que tiene uno mismo de falsear su propia historia.

De la historicidad dependerá nuestro lenguaje al narrar, y por supuesto los lentes a través de los cuales veremos el mundo. Nuestro mundo, no es sólo el mundo en que vivimos, sino también el que decidimos crear para nosotros mismos. Existe, un proceso de selección en el cual establecemos qué es lo que tomaremos para conformarlo, entonces, para poder narrar las experiencias vividas, buscaremos dentro de nuestro propio mundo la forma de creación de la obra final. La historia de una vida, será entonces producto del mundo en el que se desarrolla.

La posibilidad de falsear la propia obra, se nos puede mostrar desde tres puntos de vista, como mínimo. El primero, referido al deseo de justificar moralmente nuestras acciones, esto se nos presenta como una manera de desvinculación con la propia realidad. El segundo, que corresponde a nuestra relación con las otras personas, en tanto que mentimos sobre nuestro relato para engañar, en especie de tácticas maquiavélicas y posiblemente con intereses personales y objetivos destinados a convencer, aunque luego la promesa no sea cumplida. Y por último, porque tenemos problemas psicológicos. Aunque las dos anteriores se podrían resumir en la tercera, con el perdón de los que tienen (tenemos) problemas psicológicos.

En todo caso, lo que nos interesa más en este asunto del propio relato a través de la  creación, es el reconocimiento del otro. Pues si un árbol se cae en un bosque y nadie lo escucha, podríamos discutir acerca de si realmente se ha caído. Que es lo mismo que si tomamos una foto y nadie la ve…

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