Y si necesitas utilizar los dos scripts, este es el codigo entero: Yo, tóxica.: Cuentos del trabajo. 1. Licenciada en Veterinaria.

viernes, 29 de agosto de 2014

Cuentos del trabajo. 1. Licenciada en Veterinaria.

-¿Y ese country tan aburrido?- Me pregunta mi jefe mientras suena Bob Dylan en mi puesto de trabajo. Respiro profundo y pongo la mejor de mis caras de hipócrita, porque no tengo sólo una. Exhalo.

-No es country y no es aburrido, es Bob Dylan- trato de disimular mientras sonrío.  Me ignora.

-¿Has escuchado la canción nueva de Don Omar?- dirigiéndose a mi compañera de trabajo. Yo doy gracias porque no me molesten más y continúo leyendo la noticia, por enésima vez en el día, único refugio de mis sentidos. Luego me ordenan, muy diplomáticamente, que me acerque a la estación de trabajo contigua a ver el video de Danza Kuduro.

-Qué espanto- balbuceo. Me miran con cara de culo y siguen ellos ahí, Franklin y Yolyset, embobados con las nalgas en movimiento sinuoso.

Recuerdo hace unos meses, cuando venía el mensajero de mi antiguo trabajo, ataviado con collares hechos por él mismo y sombrero rastafari, a entregar la correspondencia. La buena vibra de esa oficina. Ahora todo es una mierda. Y sí, la paga es mejor, la estabilidad laboral y toda esa paja, pero siento que me pudro en esta silla, en esta computadora, con esta gente. No se puede conversar con nadie, no se puede hablar de cosas medianamente pesadas. La conversación gira en torno a enfermedades o a Ricky Martin y su recién declarada homosexualidad.

Me he dado cuenta de eso, mientras más chimbo es el ambiente laboral, más habla la gente de enfermedades. La semana pasada le extirparon un quiste en el ojo a Yolyset y antes su madre sufrió un aneurisma. Qué duro, pienso, pero pienso poco y sigo tomando café. Es mi tercera taza durante el día. Tomo al menos cinco tazas de café negro y una de café con leche. Trato de usar edulcorante, aunque estudios demuestren que la sacarina es peor que el azúcar y da cáncer y vuelvo a la charla enfermiza sobre enfermedades.

 He engordado unos tres kilos en los últimos tres años. A este ritmo seré obesa en unos veinte años, si no cuento el peso extra de un posible embarazo o dos. Ya lo he pensado, recurrir a la cirugía plástica; digo, porque hay que tener autoestima y todas esas cosas.

No estaría mal estar embarazada, tener una familia, criar a un carajito o dos. Después me enfoco en las posibilidades, en poder darle casa, comida, estudios, en que podría ser drogadicto, prostituta, gay. En que podría ser político, escritor o empresario. Maestro. Músico. Ingeniero. Pero luego vuelvo en mí y en la ladilla que me dio elegir y saber, y creer que uno sabe lo que quiere ser y en que todavía a “estas alturas de mi vida” como diría mi madre, no sé.

Y no, no sé. No sé cómo alguien sabe lo que quiere ser y hacer por el resto de su vida. Yo quería ser veterinaria.


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