Las cosas simples.
La crisis. No hay trabajo. La
edad pensionable aumenta. Las tasas aumentan. La esperanza de vida aumenta. La
gente cada vez es más vieja y eso es un problema. La gente tiene hijos en
edades más avanzadas. La gente en la tierra aumenta. La gente que aumenta no
paga las tasas. Superpoblación. Contaminación. Deforestación. Devastación.
Perturbación. Es invierno y hace calor. Se hunden los barcos.
Mientras todo el mundo habla de
las cosas de las que todo el mundo habla “el arte tiende a dar forma y peso a
los procesos más invisibles. Mientras sectores enteros de nuestra existencia se
vuelven invisibles por efecto del cambio de escala de la globalización
económica, cuando las funciones básicas de nuestra vida cotidiana se ven
transformadas en objetos de consumo (…) parece lógico que los artistas busquen
rematerializar estas funciones y estos procesos y dar forma a eso que está
desapareciendo frente a nuestros ojos.”[1]
Esta es mi rematerialización del
cotidiano sollozo que escucho, que entiendo, que trato de apartar. Lo que una
vez nos hizo felices como humanidad. Las cosas simples. La luz de la ventana,
las flores y el sexo. La brisa en el cuello, el sol en la sien. Dos aceitunas
verdes. Tú.
[1] Traducción libre de Bourriaud, N. Postproduction. Come l’arte riprogramma il
mondo. PostMedia Books. Milano, 2004.