miércoles, 21 de septiembre de 2011
A propósito de la acuariofilia.
Para partir, te deshaces de los apéndices. Entregas el pez pero la pecera sigue corriendo, con su filtro de burbujas y su cascada permanente. Priorizas elementos porque todo no cabe, la vida se convierte en cuarenta y seis kilogramos y el clima futuro hace las maletas por ti.
domingo, 18 de septiembre de 2011
Domingo.
Te había imaginado con la cabeza recostada a la ventana del tren, viéndome viéndote, a veces. Y otras, mirando las líneas de la velocidad. En el infinito todo desaparecía: los árboles, las casas, los postes de electricidad, la electricidad, la televisión, la publicidad y la propaganda.
No habías despegado tu cabeza del vidrio cuando sacaste del bolsillo el papel.
Nunca supe cómo destruir mis temores, así que los escribía, otros los gritaban o los guardaban dentro muy dentro. Yo los escribía, luego los escondía en el bolsillo hasta tener el valor de gritarlos o guardarlos dentro muy dentro para que no salieran nunca más. Lástima que nunca supe escribir como los escritores. O hacer fotos como los fotógrafos. Tampoco sabía destruir mis temores.